miércoles, 29 de febrero de 2012

Consejos para el cuidado de la piel del bebé lactante

La piel del bebé lactante es especialmente delicada, ya que puede mostrar especial sensibilidad ante detergentes, perfumes, alimentos, tejidos, suciedad o exposición al sol. El cuidado e higiene de la piel del bebé debe comenzar desde el primer momento, con una correcta higiene e hidratación.

El recién nacido nace con una capa autoprotectora, que no debe quitarse; por eso en un principio se procede a un secado, respetando la grasilla con la que nacen. Hasta que no se le caiga el ombliguito, es mejor que nos limitemos a limpiarles sobre una superficie blandita con un paño de algodón humedecido o una esponja natural (sin inmersión).

Para el primer baño, debemos asegurarnos de que el agua no esté muy caliente. Los primeros baños del recién nacido deben ser rápidos; cuando sean algo más mayores y puedan jugar con el agua, podremos dilatar un poco más la duración del baño. Lo mejor es que un principio empleemos nuestra mano para enjabonarles y aclararles; nuestros dedos son el mejor instrumento para limpiar los pliegues del cuello o genitales. Finalmente nos aseguremos de un correcto secado sin frotar y una correcta hidratación mediante aceite o loción (es un buen momento para masajear y acariciar al bebé).

Los jabones, tanto para el baño como para lavar su ropita, han de ser libres de detergentes o con ph neutro, preferiblemente sin perfumes; también nos aseguraremos de un buen aclarado posterior. Los jabones de glicerina son los más indicados para los bebés.

Asimismo debemos evitar ponerles ropa nueva, sin haberla lavado previamente y procurar que los tejidos que entren en contacto con la piel sean siempre naturales (procurad evitar el contacto directo de la piel con lanas o fibras sintéticas). Tanto las toallas que empleemos como la ropa de cama, arrullos y ropa interior es necesario que sean de algodón y que estén bien limpias, aclaradas y, preferiblemente, planchadas.

También debemos evitar que el bebé tenga un contacto directo con la luz solar. Todos los dermatólogos coinciden en que los bebés menores de seis meses no deben tomar el sol ni siquiera con protección, por lo cual  en los paseos diarios evitaremos las horas de sol más intenso y nos proveeremos de sombrillas para el carrito. En nuestras paradas, debemos buscar, preferiblemente, la sombra, ya que la exposición directa al sol puede provocarles lesiones o quemaduras en la piel.

Aún con todos estos cuidados puede que el bebé presente ciertas marcas de nacimiento en la piel, granillos o enrojecimientos que suelen ser benignos, como las famosas engordaderas, pero debemos consultar con su pediatra si persisten. Debemos acudir al médico ante la presencia de dermatitis, eccemas, salpullidos o síntomas sospechosos.

Patro Gabaldón

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