jueves, 24 de mayo de 2012

Una hermosa piel durante el embarazo

La piel durante el embarazo viene a ser un lienzo donde pueden quedar dibujados, al menos de manera temporal, lo efectos hormonales, vasculares e inmunológicos propios de nuestro estado. Así es posible que nos digan que tenemos la piel más bonita y luminosa que nunca, pero también puede que nuestro cuerpo presente eczemas, irritaciones, picores, rojeces, sequedad o manchas, no tan hermosas. Casi ninguna mujer queda libre de experimentar, en mayor o menor medida, cambios en la piel de su cuerpo.

Durante el embarazo se produce un abastecimiento mayor de sangre en los órganos del cuerpo y se incrementa por ello la temperatura basal, esto estimula la secreción de las glándulas sebáceas y de ahí que podamos tener una piel más luminosa o que seamos mucho más susceptibles a las irritaciones debidas al sol, al sudor, al calor, a los productos cosmético (jabones, desodorantes y perfumes), a la  bisutería o a los alimentos. ¡Deberíamos poner especial cuidado con nuestra piel ahora que se nos avecina una época de calor!

 El verano puede traer consigo algunos trastornos en la piel de la embarazada como irritaciones, granitos o urticarias por sudor o calor, además puede agravar las antiestéticas manchas de la piel, especialmente de la cara. El cloasma gravídico se da casi en el 70 por ciento de las mujeres embarazadas y se acentúa en los últimos meses cuando los niveles hormonales más elevados. La exposición al sol empeora estas manchas de color marrón en el rostro (a modo de máscara), que desgraciadamente no podemos evitar. Pero aunque no podemos controlar su aparición, debida a los efectos hormonales, al menos, podemos disminuirlos, evitando la exposición a los rayos UV y empleando un protección solar alta. Terminada la lactancia, el dermatólogo puede indicarnos  cremas para clarear la piel que, en cualquier caso, acabarán desapareciendo.

Para cuidar la piel durante el embarazo lo mejor es tener una buena hidratación de la piel, tanto por fuera como por dentro. Beber líquido abundante y emplear cremas o aceites hidratantes al final del baño que contengan vitaminas A y D. Evitar baños prolongados, los efectos negativos del calor y el sol y cremas o productos cosméticos agresivos (cremas anticelulíticas, antiarrugas, perfumes, etc…). Mantener una dieta sana y equilibrada para no ganar más peso del recomendado y emplear ropa de tejidos transpirables y cómodos.

Patro Gabaldón

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