miércoles, 15 de febrero de 2012

La comida de tus hijos: mejor en compañía

Culturalmente, todas las celebraciones incluyen un momento especial en el que compartimos mesa con familiares o amigos. El momento de la comida es mucho más de lo que puede parecer, y así hemos de trasmitirlo a nuestros hijos. La hora de la comida de tu hijo debería tener una importancia y contexto adecuados.

Estoy convencidísima de que comer en familia o en grupo es la manera idónea de hacerlo, así que cuanto antes incorporemos a nuestro pequeño  a la mesa  familiar, mejor que mejor. Conozco muchos niños pequeños que comen solos, bajo la atenta mirada y paciencia de sus madres, que en ocasiones se eternizan frente a la trona. Los niños deberían comer, al menos, con nosotras, ya que la compañía aumentará su apetito y, junto a otros comensales, será menos probable que afloren remilgos y exigencias ante un plato que les resulta poco apetecible.

Muchas madres se sorprenden cuando su hijo come alimentos en la guardería o en el colegio que de ninguna manera los aceptarían en casa. A mi sobrinita de 3 años nunca le gustó el puré de verduras… nunca hasta que por casualidad este plato era el que estaba preparado para cenar en casa de la tía junto a sus primos. Mi cuñada miró con escepticismo a la niña y al plato que tenía frente sí. Mi sobrina, sin poner objeción alguna, comió su ración al igual que lo hicieron el resto de los niños. ¿Cuál fue la causa? Está bastante claro, fue el nuevo y atrayente ingrediente que se añadió a este puré: la compañía deseada y divertida de sus primos y tíos. A partir de entonces cuando su mamá le hacía puré, ella le preguntaba: ¿es el de la tía, verdad? Pues bien, anécdotas como esta declaran que el momento de la comida debe ser esperado y agradable para nuestro hijo.

Comer en familia o en grupo tiene muchas ventajas para  tener en cuenta:

-         Favorece que el niño adopte, como suyos, buenos hábitos  a la hora de alimentarse. La alimentación se desarrolla en un ambiente adecuado en el que los miembros de la familia o los de un grupo de escolares interaccionan, disfrutan y participan. Comer solo es muy aburrido y, en ocasiones, el niño  lo hace como un autómata. La desgana se apodera de él y le impulsa a evadirse de una situación poco atractiva.

-         Incita a los niños a atreverse a probar nuevos alimentos. Viendo a sus padres o hermanos mayores, los más pequeños no dudan en “robar” alguna cosilla del plato de los mayores. Los niños a partir de un año se atreven a acceder de manera voluntaria a alimentos no triturados y a masticar tal como lo hacen los demás.

-         Marca un  ritmo y un tiempo razonable para comer; sin prisas pero sin pausa.

-         Nos ayuda a los padres a detectar y prevenir posibles desórdenes en la alimentación: anorexias, sobrealimentación, fobias o alergias.

-         El momento de la comida nos puede servir  para enseñarles a tener pequeñas responsabilidades en el hogar como  poner la mesa o recogerla, barrer las migas del suelo, etc.

-         Se consigue alimentar, no sólo el cuerpo, sino también la comunicación entre padres, hijos y hermanos. Es un excelente momento de encuentro familiar, de los que cada vez disponemos menos.

Podríamos añadir muchas más bondades sobre comer en compañía, pero lo mejor es que lo pongamos en práctica porque los buenos hábitos de alimentación también se aprenden y se trasmitan a través de nuestro ejemplo.

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