jueves, 15 de marzo de 2012

Queridos papás

Hay papás jóvenes, en plenas facultades  y papás con las fuerzas más mermadas o quizás algo arrugaditos; papás que caminan junto a sus hijos y  otros que los han dejado ya volar..., y aquellos a los que querer y recordar para siempre y que viven en el corazón y memoria de sus hijos.

Aún con la cantidad de tiempo que ha pasado desde que perdí a mi padre, recuerdo muchísimas de sus enseñanzas, de sus mimos (quizás por ser la más  pequeña), de su estímulo para hacer las cosas mejor y, por qué  no decirlo, de esa cara de severidad que hacía bajar la cabeza ante una mala acción, sin necesidad de articular una sola palabra…

Que soy hija de mi padre y a mucha honra, es evidente… cuando miro mis manos en el espejo  y mis dedos me recuerdan a los suyos, cuando le recuerdo con admiración y amor, incluso cuando sinceramente creo que mi marido se le parece en su forma de ser y en su inteligencia (¿será verdad eso que dicen que las chicas en la adolescencia se fijan en modelos de hombre parecidos a los de su padre?)

El primer significado de padre es el de un hombre que ha tenido hijos, pero  ser padre  es mucho más que  eso, si no, que se lo pregunten a sus hijos. De la misma manera, también las madres sabemos darnos cuenta de la importancia de la figura del el padre de nuestros hijos en nuestras vidas y en las de ellos: el disfrute de nuestra  maternidad, así como el equilibrio y salud física y emocional de los hijos son mucho más fáciles de conseguir  con  la presencia responsable y amorosa de un padre en nuestras vidas. No es algo que yo me invente, se sabe bien que en las  familias monoparentales se dan muchas más dificultades en todos los terrenos (no sólo en el económico) que en aquellas familias en que existe un padre, y el cuidado y responsabilidad de los hijos recae en ambos progenitores.

Perdí prematuramente a mi padre, pero ahora tengo la suerte de tener a mi lado al padre de mis hijos y os puedo decir que me siento feliz de que mis hijos tengan este magnífico papá. Quizás los papás actuales no impongan tanto respeto como los de antes a sus hijos, pero  creo que han ganado en cercanía y cariño a sus antecesores. La madre ya no es en solitario la dispensadora de ternura, emociones y besos; de la misma manera que el padre ya no es el representante único de la autoridad y el saber. Nuestros papeles parecen que se han acercado, pero en absoluto creo que sean iguales y redundantes.

 La figura del padre es necesaria para el desarrollo psicológico  y equilibrado de los hijos; he leído que, especialmente  en la adolescencia, el padre tiene un papel muy relevante; pero añadiría que no  menos importante en la primera infancia. Nuestros hijos ven a sus papás como verdaderos héroes, los admiran, los aman, quieren ser como ellos… son un espejo en el que mirarse, un modelo a imitar, un brazo aguerrido al que afianzarse y  un compañero de juegos enérgico e incansable.

Vosotros, padres, sois PAPÁS con mayúsculas porque os derretís con vuestros hijos; se os ve en cómo los miráis, en cómo sois los más rápidos en saciar sus ganas de aprender, en cómo les enseñáis a tener iniciativa, en cómo confiáis en sus propias habilidades y decisiones…  Así que hoy, queridos papás, sabed que sois estupendos, ¡felicidades en vuestro día!  Recibid un merecidísimo beso de esos pequeños corazones sinceros y amorosos de vuestros hijos y la gratitud de vuestras compañeras de viaje.

Patro Gabaldón

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