jueves, 8 de marzo de 2012

Las excusas de los niños

No sé si es por desfachatez o inocencia, que los niños siempre buscan una excusa para justificarse o para no tener que expiar sus culpas. Siempre que llamo la atención a mi pequeña de ocho años, ella como si de un muelle en su lengua se tratara, comienza la respuesta con un automático “es que”. Todo tiene una explicación autoexculpatoria para ella, incluso la fechoría más evidente.

Sin duda, nuestros hijos, tienen un despliegue impresionante de excusas de todo tipo y color. Desde pequeños, no dudan en mentirnos o en ocultarnos la participación en los hechos de los que se le acusan. La profesora de la guardería me comentó como uno de los niños de la clase de dos añitos  pisó a propósito  un líquido derramado accidentalmente en el suelo, manchando incluso las paredes. Ella sabía muy bien quién había sido el autor, pero decidió preguntar al conjunto de los pequeños. Todos lo negaron y cuando la profesora directamente acusó al culpable, éste le respondió convencido: “Yo no he sido, ha sido mi pie”. Genial, ¿verdad?

“Es que la profesora me tiene manía”, “es que Juanito me ha insultado primero”, “es que no quería hacerlo”, “es que me duele la tripa”…  Innumerables “esques” que resuenan a diario en los oídos de muchos papás…, unos pueden pasar, pero otros claman al cielo ¿Acaso no habrá niño que no sepa reconocer su culpa?

Algunos niños parece que han hecho un máster en embustes y han desarrollado una gran habilidad para dar elaboradas explicaciones con el fin de evitar un castigo o regañina; algunas de estas excusas rayan la perfección y su creatividad es deslumbrante, aunque seguramente nos parezcan sospechosas, especialmente cuando nuestro pequeño es reincidente.

Estas justificaciones no dejan de ser una mentira para salir airosos del trance, y pese a ser una y otra vez pillados, prefieren seguir poniendo objeciones que decirnos un simple: “se me ha olvidado, perdón”. Es bueno hacerles entender que muchas veces es peor la mentira que emplean para excusarse, que una sincera respuesta, que podemos entender.

Patro Gabaldón

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