jueves, 10 de mayo de 2012

Práctica de artes marciales para los niños

Las aficiones de los padres se trasmiten a los hijos con mucha facilidad, en casa tengo un claro ejemplo ya que a mi marido le encantan las películas de artes marciales: saltos, patadas, posiciones increíbles, filosofía oriental… y mis hijos, especialmente mi hija de ocho años, tiene su misma inclinación; tanto es así que su canción favorita es aquella en la que su heroína preferida Mulan, se entrena para el combate y enfrentarse con los temidos Hunos que amenazan el imperio chino.

Muchas veces la sorprendo saltando de la cama al suelo con una pierna estirada hacia arriba, poniendo caras de concentración  o rodando por el suelo imaginando luchas ficticias. Disfruta enormemente cuando en las películas gana el chino bueno porque, aunque bueno y malo luchan de maravilla, el bueno tiene una motivación y una preparación espiritual que le permite vencer. Mi hija se emociona cuando el personaje principal muestra ese dominio, no sólo de su cuerpo sino de su mente. La fuerza interior y disciplina que hace que el cuerpo pueda convertirse en arma poderosa.

Las artes marciales, pese a ese componente de lucha tan importante (marcial es una palabra referente a la guerra y combate) no se trata de un deporte en el que se potencie la violencia ya que tiene un trasfondo ético y filosófico que puede ser muy útil para la convivencia de los niños.

La práctica de artes marciales, además de suponer un deporte completo para que los niños desarrollen su coordinación, flexibilidad, potencia, habilidad y estrategia, puede ayudarles a relacionar y combinar armoniosamente las capacidades físicas con las mentales, ya que los deportes como el judo, el kárate, el kunfú, el taek-wondo, etc. van íntimamente relacionadas con la autodefensa y la armonía cuerpo y mente.

Para los niños moviditos puede ser unos de los deportes más indicados, ya que canalizarán sus energías de manera positiva y controlada. Los seis años son una buena edad de iniciación. Generalmente, en las prácticas de inicio en estos deportes no se realizan todavía competiciones, sino, “catas” o técnicas de control del propio cuerpo fundamentalmente. La práctica del judo u otras artes marciales ofrecen a los niños la posibilidad de realizar distintos movimientos y técnicas para conocer y dominar su cuerpo, para mantener una comunicación motora con el compañero o contrincante, para esquivar al contrincante y para saber caer al suelo, evitando lesiones.  Además, suponen una buena fuente de trasmisión de valores, de motivación y de toma de decisiones. 

Patro Gabaldón

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